13 febrero, 2011

Un intento por expresar lo que siento. (primera entrada)

Me siento rarísima. Me pongo a ver todo lo era hace un año y medio atrás y me dan ganas de llorar. Si bien he progresado en ciertas cosas, muchos aspectos de mi personalidad están tan tensos y temerosos en este momento. Estoy con una tensión tan persistente que me cuesta controlar.  De repente me cohíbo con algo y mis músculos se contraen y se ponen duros, es como si alguien me estuviera agarrando con mucha fuerza. Ese sentimiento lo conocí bien el año pasado, antes tenía MI MUNDO donde no podía ver más allá, mi propio círculo de confianza en el que aparentemente había depositado el 99% de mi confianza porque una vez que se rompió, mi vida cambió totalmente. Mi vida vista desde afuera y sentida desde mi interior, todo cambió. Mi forma de ver el mundo se volvió más realista, lo cual a mi parecer es bueno pero también tiene sus contras. Observo mucho más lo que hay a mi alrededor y claro, tengo consideración por aquellos que tal vez en un momento ni siquiera registraba. Creo que cuando tenés un grupo sólido de amigas, que sabes que cuando te levantes y vayas a estudiar, te van a recibir con una sonrisa y te acompañarán durante el resto de la jornada, una gran parte de las preocupaciones que podrías sentir queda anulada. Pero ahora que ese grupo de amigas, esa seguridad no la tengo y mi capacidad para ser quien soy ha bajado, me siento débil. Incapaz de relajarme, me acostumbré durante todo un año a estar tensa, a sentirme incomoda, a esperar una burla que era predecible, a esperar que el timbre del recreo nunca sonara porque era mejor estar dentro de clases que tomar el celular y fingir que hacía algo importante cuando lo único que hacía era recorrer mi buzón de entrada una y otra vez. No se puede ser feliz así, claro que no. Y cualquiera se preguntaría porque no sociabilizaba con otros. La respuesta es que fui muy poco persistente en eso, algunos días tenía más suerte y lograba tener alguna charla fluida con alguien. Pero otras veces ni siquiera me acercaba porque eran demasiadas personas y todas se conocían, tenían algo de que hablar. Yo me sentía una desubicada si de repente me metía ahí. Además si lo hacía tampoco tenía algo para decir, por lo que quedaba como una estúpida que se mete en conversaciones ajenas y tampoco aporta nada… a mi punto de vista, sería patético. Tal vez nadie analizaría mucho la situación, solo seguirían en lo que estaban haciendo o con suerte me preguntarían algo. Pero el miedo a sentir que me observaran con cara de desprecio era suficientemente grande como para evitar que lo intentara.  

Algo que me pasa y antes no me pasaba, es que me cuesta mantenerle la mirada a alguien. Cuando tengo una conversación con alguien que conozco hace poco, rápidamente siento la necesidad de retirar la mirada. Es como si estuviera entregando demasiado de mí mientras que preferiría no hacerlo. O también está la duda de cómo va a interpretar lo que estoy diciendo. (Pienso demasiado, lo sé. Por algo escribo, si no lo hiciera enloquecería.)
"Relajate” es algo que me viene a la cabeza cuando me pongo tensa o le estoy dando demasiada vuelta a un asunto. Una palabra tan agradable de escuchar, que enseguida me lleva a respirar profundo e intentar ignorar lo que mi mente dice pero sin embargo lleva un rato para que logre ese estado. Tienen que haber risas de por medio y por lo menos una mirada o una sonrisa que me den la confianza necesaria para continuar expresándome sin preocupaciones. Cada persona tiene sus gestos y sus expresiones lingüísticas comunes. Uno se familiariza con eso a medida que conoce a una persona. Pero al principio pueden ser malinterpretados e incluso parecer acusadores. Miradas acusadoras son las que percibo a veces, y trato de pensar que es cosa mía para no entrar en la paranoia porque eso si que estaría demasiado alejado del equilibrio. Prefiero retomar las visitas al psicólogo que llegar al desequilibrio.
Hace días que tengo ganas de escribir. Nunca sé por dónde voy a empezar, lo que tengo claro es que siempre va a quedar algo por decir. Lo que me pregunto es qué me llevó a ser así. Una de mis teorías es lo que ya expresé, el error de depositar gran parte de mi confianza personal en otras personas. Pero tiene que haber algo más… no quiero creer que todo esto es solo culpa mía o que mi mente de repente cambió. Si me pongo a recordar mi vida hace dos años atrás y voy avanzando hasta hoy, lo que he perdido fue:
  • una amistad que se volvió turbia
  • compañeros que conocía hace tres años
  • facilidad para reírme (que tengo fe de volver a recuperar cuando termine mi tormenta interior)
  • despreocupación
  • confianza en los demás
Muchos dicen que para poder amar a alguien primero hay que poder amarse uno mismo. Eso tiene sentido, ya que muchas veces cuando queremos a alguien, sentimientos negativos se mezclan y complican las cosas, fastidio, envidia, celos, miedo, todos causados por la inseguridad en nosotros mismos, consecuencia de nuestra falta de amor propio.  Dando esa frase como válida podría decir que he sentido envidia y celos hacia mis amistades, incluso hacia las más fuertes. Pero ¿por qué cuando se trata de mi madre no es así? Lo que siento por mi madre es amor, amor puro. La quiero y acepto tal cual es… bueno creo que ella es la excepción a la regla. Y es por eso justamente que las situaciones entre las personas cambian, los sentimientos negativos toman mayor protagonismo y llevan a que las amistades se disuelvan o simplemente se quiebren de repente. Las propias inseguridades que alguien siente lo llevan a actuar de otra forma y esa forma puede ser demasiado loca para tu mejor amiga o puede llegar a influirte tanto a tal punto de que el otro ya no te reconozca. Algo así fue lo que me pasó a mí y junto con otras experiencias me llevó a volver a caer en la desconfianza. Una lección que a mi parecer debía aprender para ser más astuta en la vida y me dejara engañar tan fácilmente. 
Bárbaro, diciendo esto parece que digo que la desconfianza hacia los demás es algo positivo… lo que realmente quiero decir es que, es buena si se equilibra con la confianza, si se logra el 50% positivo y el 50% negativo. Ahora mi balanza está pesando más en el lado negativo y eso es uno de los tantos factores influyentes en mi estado psicológico.
Poco a poco iré encontrando esos factores y seguiré pensando cómo deshacerme de ellos o convertirlos en otra cosa, ahora sinceramente solo quiero acostarme y dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario