09 abril, 2011

Hayley.

Hayley observaba con fastidio el reloj que delataba la cantidad de minutos que faltaban para que sonara el timbre. Intentaba prestar atención a clases, pero se le hacía imposible. No le interesaba la arquitectura de Egipto en lo más mínimo. Al parecer el profesor no se había percatado de que era la última hora de clase y todos deseaban irse a sus casas para poder satisfacer dos de sus necesidades básicas: comer y dormir.
Hayley estaba completamente aburrida y sentía que sus ojos le pesaban. Apoyó su mentón en la palma de su mano y cerró los ojos. Como de costumbre, su mente la transportó a su pasado. Recuerdos vagos comenzaron a aparecer en su mente. Logró ver con claridad su situación hacía exactamente un año atrás. Se veía a ella sentada al final de la quinta fila, dibujando garabatos en la última hoja de su cuadernola. Faltaba poco para el recreo, el sentimiento de soledad comenzó a invadirla. El timbre sonó. Todos a su alrededor se levantaron rápidamente y salieron por la puerta. Ella, al contrario, se quedó quieta en su lugar, tomó su mochila y fingió buscar algo en ella hasta que no quedara nadie dentro del salón. Miró su reloj y suspiró, todavía faltaban 10 minutos para la siguiente clase. Se puso a pensar entonces en lo mucho que deseaba no estar ahí. Lo deseaba tanto que podía sentir lágrimas de impotencia amenazando con asomarse por sus ojos. No quería llorar, no debía hacerlo. Eso la dejaría en una posición de debilidad que no podía permitirse. Tenía que aparentar ser fuerte por su propio bien. ¿Cómo fue que llegué a quedarme sola? se preguntaba, sin poder encontrar una respuesta. Tomó su celular y le mandó un mensaje a su mejor amiga. Necesitaba "hablar" con alguien, no podía aguantar el hecho de no tener alguien en quien confiar. Sentía que iba a romper a llorar en cualquier momento...
Esa sensación era tan típica para ella en esos días. Siempre hacía lo mismo: fingir estar bien. No sabría cuanto tiempo más podría hacerlo y aunque sabía que eso no le hacía bien, no encontraba otra opción. Su vida se basaba en sobrevivir de lunes a viernes y vivir los sábados y los domingos. Podía sentir las consecuencias de esa decisión. Dolores en su cuello, jaquecas, cansancio. Volvió a mirar su reloj, faltaban aún 6 minutos. ¿Todavía falta tanto? pensaba. Abrió su celular para escribir un mensaje. Escribió "Mamá me siento mal, me quiero ir". Leyó lo que había escrito y lo borró. Tenía que seguir adelante como lo venía haciendo durante prácticamente todas las semanas desde el comienzo de Marzo. Era Julio, estaba a mitad de camino y eso la reconfortaba por dentro. Solo le quedaban 4 meses más y luego libertad. 
Volvió a mirar su reloj, suspiró. No quería saber nada con el liceo, no quería saber nada con la gente, detestaba sentirse tan rara, tan sola, tan confundida. La única esperanza que tenía era que al año siguiente iba a tener otra clase lo que significaba nuevos compañeros. Si bien sabía que el problema no eran los demás, estaba segura de que le había tocado la peor clase de su año. Incluso los profesores se los habían dicho "ustedes son la peor clase de su año, no debería causarles gracia". Pero así era como se tomaban todo, con gracia. A la mayoría no le interesaba estudiar, ni siquiera pensaban en la plata que sus padres pagaban mes a mes para mandarlos ahí o la importancia de estudiar para poder tener un trabajo en el futuro. Literalmente se rascaban el ombligo durante todas las clases, todos los días. Era lamentable la falta de consideración y responsabilidad que tenían. Pero ese era un rollo en el que Hayley no quería meterse, ya sabía como terminaría sino. Deprimida.

El timbre sonó. De repente, un sentimiento de miedo invadió a Hayley.
-Recuerden buscar información sobre las pirámides de Egipto -dijo el profesor.
La mayoría de sus compañeros ya estaban prontos para salir por la puerta, otros recién estaban guardando los útiles en sus mochilas. El corazón de Hayley latía rápido. No estaba muy segura del lugar en el que se encontraba. ¿No se suponía que el timbre marcaba el final del recreo y no el final de la jornada?
Imitó el comportamiento de los demás, para no quedar como una estúpida y miró el reloj. Éste marcaba la hora de salida, qué extraño...
-¿Hayley vas para la parada de en frente? -preguntó una chica. Hayley se volteó a su derecha para verla. Allí estaba Kelly, con una sonrisa en su rostro. Hayley se sintió aliviada.
-Sí
-Vamos juntas entonces. Te tengo que seguir contando sobre Matt -dijo emocionada.
Hayley sonrió. El miedo que hacía unos minutos la había invadido por dentro se debilitó. No tenía razones para tener miedo, ya no estaba sola. Respiró profundo, se sintió feliz. Lucy se acercó a ellas para saludarlas.
-¡Nos vemos mañana! -dijo, luego de darles un beso en la mejilla a ambas.
Hayley voltió para mirar a Kelly. Sintió la necesidad de contarle lo que había recordado. Kelly pasó un brazo por detrás de sus hombros y mirándola a los ojos, le dijo.
-Vas a tener que acostumbrarte a lo charlatana que soy porque tenemos muchos recreos juntas por delante.
-Me gustan las personas charlatanas -respondió Hayley.
Y no mentía. Estaba contenta, tenía personas que confiaban en ella y en las que ella comenzaba a confiar. Tenía nuevas amigas.

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